domingo, 21 de diciembre de 2008

IguaLdad de OporTuniDades y EduCación


Es difícil abstraerme de mi rol de estudiante de Trabajado Social para referirme a la relación que existe entre la educación y la igualdad de oportunidades, aún teniendo absoluta conciencia de que pertenezco a un país donde la diferenciaciones sociales son evidentes y la brecha económica entre ricos y pobres se acrecienta cada día más, producto del sistema socioeconómico imperante (neoliberal). En fin. Siempre he tenido la convicción que es la educación algo esencial para el desarrollo humano, en cuanto es para mí, el mecanismo o instrumento fundamental para transmitir la cultura en la que uno se encuentra inserto, pero lamentablemente Chile tiene un sistema educacional injusto e inequitativo.

Se supone que los padres deben destinar parte de su dinero para aportar a la educación de sus hijos, así como también destinar tiempo para acompañar su proceso y formación. Pero la realidad nos dice todo lo contrario. El ingreso familiar de parte de los sectores más pobres del país muchas veces solo alcanza el sueldo mínimo, lo que hace que un número importante de niños y jóvenes se vean en la obligación de trabajar y estudiar a la vez, e incluso en unos casos más extremos desertar del sistema, para poder ayudar a sobrevivir a su familia. Por otro lado, con la flexibilidad laborar, los padres destinan más horas del día al trabajo que a la familia, por lo que la supervisión y la responsabilidad que les compete en la educación de sus hijos se hace cada vez más imposible.

En Chile, país integrado a la economía mundial, aún no vemos estrategias ni proyectos que apunten a formar especialistas para polos de inversión tecnológica, ni becas generosas que favorezcan a estudiantes sobresalientes de sectores bajos. Todos los alumnos y colegios reciben la misma cantidad de dinero, sin considerar que las necesidades educativas son muy distintas en los estratos socioeconómicos altos y bajos. Peor aún, si recordamos que los colegios reciben dinero por cada niño o joven asistente a las clases, es justamente en los colegios ubicados en los sectores más vulnerables donde se produce mayor ausentismo, lo que implica que estos sectores que requieren de mayor inyección de recursos, en la práctica, reciben mucha menos ayuda, terminando gravemente discriminados.

Personalmente creo que lo económico debería ser solo una parte, y poco relevante, de las dimensiones culturales de nuestra sociedad. Pero la realidad del sistema nos dice que esta condiciona poderosamente la posibilidad de obtener los medios requeridos para alcanzar nuestros fines. Lo normal sería que las personas recibieran y esperaran de la educación la entrega de valores, costumbres, conocimientos y experiencias que les ayuden y les faciliten el ganarse un lugar en la sociedad, pero sin competir y con igualdad de condiciones. Pero nuestro sistema educacional al ser de una línea “economisista” se mide y se construye, a mi parecer solo en el aporte que puede entregar a la productividad de los individuos expresada en el dinero.
Dicho de otra manera, la educación desde mi punto de vista, no solo tiene que apuntar a proveer adecuados sujetos informados para la competencia en el mercado, sino también entregar una adecuada formación ciudadana e integral. Por esto la educación como herramienta fundamental para el desenvolvimiento social, no puede dejarse solo al alero de las familias o del sector privado.

El sistema educativo tiene que velar no sólo por incorporar individuos capacitados para competir exitosamente en un mercado, sino también formar personas y ciudadanos, socializarlos para que aprendan a vivir juntos y se reconozcan como personas sujetas de derechos, entonces la diferencia y el énfasis no se debe hacer desde el plano individual, sino en lo que pueda lograrse como colectivo, como conjunto social, y en ello la responsabilidad de las instituciones es fundamental.

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